Anoche, mientras me preparaba para dar una oportunidad más a la vida de encontrar mi camino, apareció ella “la Araña”, como le dice el marcianito, y empezó todo un juego de palabrería barata, de los que siempre terminan en la misma situación, su cama o la mía, pero llegado a un punto de la conversación, cuando las papas queman y los valientes sacan pecho, algo fallo, o capas algo tenía que va a fallar a propósito, la cuestión es que nuevamente mis planes de no pasar la velada solo se esfumaron por hoy, y me di cuenta de una cosa, que estaba boludeando, que la araña también estaba boludeando, que estábamos construyendo castillos de arena en medio del océano, y no sé por qué motivo uno siempre hace eso, lleva la conversación a niveles insospechados del pensamiento, lugares que quizás nunca vean la luz del día, o de la luna, en fin, la araña, jugaba, yo también jugaba el juego sucio, pero al menos creo que yo iba en serio, el hecho fue que dije algo, y ella lo tomo como lo tomaría quien en plan de conquista se encuentra, pero a esta altura, se suponía estábamos en plan de concretar no de conquista, y me dio a pensar tenía razón, yo no fui caballero en mis actos y palabras, porque razón, creo que por qué demasiado no me interesaba en el fondo, o porque todavía sigo siendo yo muy escondido, y no me dejaba traicionar mis propios principios, no lo sé, el caso es que juegue o no, debo aprender las nuevas reglas del juego, ahora corro con una ventaja enorme que antes, que a sus ves me tira atrás. Tengo dos opciones, o dejo mis principios de lado y permito al marcianito salir a la luz del día, o me quedo solo con mis principios, como diría Shakespeare, esa es la cuestión.
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